Este pequeño piso situado en la barriada de la Hispanidad, había permanecido alquilado a estudiantes los últimos años, con lo que el aspecto que ofrecía era bastante desaliñado. Tras marcharse los últimos inquilinos, sus propietarios deciden venderlo tal y como está, no quieren saber nada de él, pero me dan carta blanca para para hacer lo que crea necesario.
No fue fácil, ya que la mayoría del mobiliario tenía más de 30 años y de todos los estilos, por no hablar del pésimo estado en el que lo habían dejado. Despejé toda la vivienda, dejando únicamente muebles y colchones, se limpió en profundidad, y a partir de ahí, comencé a decorar estancia por estancia. Sólo con el cambio de los tejidos y algo de atrezzo, el piso se transformó como por arte de mágia. cuando su propietaria vio las fotos, me comentó, que no lo reconocía.
Quizás por que no era fácil, ha sido el proyecto del que más orgullosa me he sentido, también ayuda, que en un mes se cerró su venta.